Mamá Gallina

Mamá Gallina vio pasar a los dos hombres, no tendrían más de treinta, uno de ellos gritó “Adiós Mamá Gallina”, “Adiós mi amor”, contestó ella con la lengua pesada. Le hubiera gustado estar con alguno, en cambio tendría que irse con los dos que tenía al lado, atendería a uno primero y al otro después, eso de estar con los dos a la vez no iba con ella. “Soy de la vieja escuela”, decía siempre, “no hago vainas raras”.

En clave barroca

Una vez el Libertador me pidió que bailara con él. Yo estaba nerviosa, claro, y hubiera preferido no hacerlo, pero era el Libertador, así que estiré mi mano hasta alcanzar la suya, él la sujetó con firmeza, pero sin hacerme daño, y me guió hasta la zona de baile; luego de asegurarse de que yo tomara mi lugar en la hilera de las damas, tomó su lugar, frente a mí, en la de los caballeros…