Polinización

Ella siempre soñó con ser pétalo, ocupar una posición clave en la constitución de una flor, estaba dispuesta a renunciar a una existencia humana que tan pocas satisfacciones le había dado. Le habían recomendado a un hombre milagroso, el último gurú que hacía estragos en las redes sociales, tenía más seguidores que el otro, ese que le ocasionó un intenso dolor de barriga con la pócima de extractos florales.

Con este último cuadró la cita vía Zoom, él le había dicho que debía ser de noche durante la próxima luna llena, que se vistiera del color de la flor con la cual soñaba. Se visitó de blanco. A diferencia del otro, este gurú no tenía barba larga ni rastas enredadas sobre la cabeza, se había rapado por completo, al menos se veía más aséptico. Comenzó la hipnosis. Pensó en la flor, situada en medio de un prado, en la belleza de cada pétalo acariciado por una tenue brisa, percibió su aroma, sutil a lo lejos, embriagador de cerca…

El resplandor del día la cegó, su antiguo cuerpo había desaparecido, miró a su alrededor y vio los pétalos que formaban la corola, pero le extrañó tener una perspectiva desde el centro, aparte de esos pétalos cercanos solo distinguía el cielo.

¿Qué era ese zumbido que se aproximaba? Todo se ensombreció cuando la abeja aterrizó sobre ella, no pudo evitar quedar adherida a sus patas traseras. ¡Estúpido gurú! La había convertido en polen. La abeja alzó el vuelo y ella pudo contemplarlo todo desde arriba, pero no disfrutó del paisaje, solo pudo recordar lo que había leído respecto a la polinización, de acuerdo a eso o terminaba en la celda de una colmena como comida para larva, o servía de espermatozoide a otra flor para que se reprodujera.

Debió quedarse con su tercera alternativa, el gurú de YouTube, que aunque hablaba en sánscrito y ella no lo entendía, aseguraba comunicarse con las flores.

©Nidesca Suárez