Imagen de Federico Bebber
No poseo nada ni siquiera la soledad echada a mi lado como un perro cuyos días de ayuno no doblegan la carne No poseo el barullo de las noches con sus estruendos fugaces altaneros como el miedo que se mira al espejo y solloza sin poder esconderse No poseo los gritos que persisten cual ecos en el alma de los torturados ni los suspiros que dejan en evidencia el intercambio de parajes fluviales Ya no poseo la fuerza del odio en cuyo suelo erigí altas torres y deambulé en sus áticos una noche tras otra seguida por la respiración de una hiena famélica que no nació para hacer compañía No poseo la certeza de mi propia existencia ¿es real esta piel que se estremece? ¿son ciertas estas grietas en el alma dibujando deltas de ríos extraviados? No sé si es un sueño el roce de mis yemas sobre el viento o las cosas que mis ojos me muestran como las escamas en el tronco de un árbol o los anillos de un ser que se arrastra Ya no sé si la vida que tampoco poseo tiene letras grabadas en la frágil vasija de un profeta sin vista o se va construyendo dentro de los ciclones donde todo transcurre en aparente desorden Una vez que las vueltas terminan es inevitable besar este suelo al cual soy arrojada de bruces * *