Esta mañana, en un cuarto donde todo era mecánico, descubrí un colibrí hecho de telaraña, la brisa agitaba su frágil figura y la luz del bombillo reflejaba su sombra, su silueta en la pared parecía querer emprender un rápido vuelo. Me pregunté si la araña lo había tejido en sus horas de ocio para deleitarse en su contemplación o para visualizar la posibilidad de su próxima presa.
©Nidesca Suárez